El “efecto Google”, o porqué no te acuerdas “de nada”

Básicamente, y dicho de forma sencilla, el efecto Google consiste en que nuestro cerebro se niega a guardar información que podríamos encontrar rápidamente buscándola en Internet.

Hace algunos años, las empresas más fuertes del mundo eran del sector energético o bancario. Pero el mundo va cambiando, y en la actualidad, las empresas que dominan los mercados son tecnológicas: Apple, Google (Alphabet), Amazon, Facebook, Microsoft. Y son tan potentes que llegan al punto de transformar nuestras vidas. Una consecuencia de la era digital en la que vivimos es el llamado «Efecto Google».Y… ¿es bueno o malo? ¿efectivo o inefectivo? ¡Vamos a verlo!

¿Qué es el efecto Google?

No se si te ha pasado algo parecido: alguien te invita a algún sitio, y te va a explicar cómo llegar a la dirección. Pero tu le dices que prefieres que te la pase por un mensaje, y ya Google Maps te dirá por dónde tienes que ir.

Este es tan solo un ejemplo de cómo nuestro cerebro prefiere a Google que a la retentiva natural. En otras ocasiones, simplemente desechamos datos porque sabemos que los podremos recuperar cuando lo deseemos.

La mayoría ponemos al buscador de Google como el predeterminado

¿Por qué se produce el efecto Google?

La razón detrás de este efecto no es Google, ni Internet, ni el Big Data, ni nada parecido. En realidad, la clave está en la manera en que trabaja nuestro cerebro. Nuestra mente es el paradigma de la efectividad. Seguramente ya sabes que la efectividad es la mezcla ideal entre dos conceptos: eficacia y eficiencia. Eficacia es conseguir objetivos, y eficiencia es usar los menos recursos posibles.

Sobre este tema, la Dra. Marcela Cohen, neuróloga de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina afirma que:

Está claro que hoy, el Efecto Google es la forma actual de acopio de datos. Si bien puede verse como detrimento para el ejercicio de la memoria, desarrolla otras áreas como la creatividad y asociación rápida, y la posibilidad de realizar lecturas simultáneas. El acceso instantáneo a la información variada permite la comparación, la asociación de ideas. Además estimula la flexibilidad cognitiva mediante la utilización de juegos y programas informáticos. El cerebro tiene muchas funciones, una es la memoria. Si bien ésta es la que parece descansar en el nuevo escenario, otras como la rapidez visual y motora, la deducción, la concentración y la atención utilizadas en Internet son propiciadas como una forma de gimnasia cerebral”.

Y yo pregunto: ¿Hay algo más efectivo que buscar la solución a todos tus problemas consultando al Sr. Google? Creo que “en principio” no. Y nuestro cerebro lo sabe. Por cierto, esto del efecto Google no es cosa sólo de jóvenes, nadie que use de forma intensiva los medios digitales está libre.

Ventajas del efecto Google y de Internet

La verdad es que, Internet, nos guste más o menos, es un milagro moderno. Es como si fueses caminando por la calle, y detrás tuya, te siguiera un camión con un montón de contenedores llenos de libros y de robots dispuestos a darte la información que necesites al instante. Es una biblioteca mundial, una memoria extendida, como una especie de disco duro portátil, invisible, accesible las 24 horas del día, ampliable, modificable e ilimitado.

Una de las tradicionales bibliotecas más bonitas del mundo

El caudal de conocimiento que tenemos a nuestra disposición es increíble. Hay datos, estudios, ideas, por las que sus autores dedicaron y sacrificaron sus vidas. Y nosotros, con hacer un par de clics, tenemos todo eso gratis, siempre que queramos.

No solo tienes información en una especie de memoria colectiva. Todos estos datos están enriquecidos con videos, imágenes, infografías, y, por si todo esto fuera poco, también tienes las opiniones de otros usuarios.

Cuando uno se da cuenta del poder que tiene en sus manos, no puede sino reconocer que lo que se ha logrado es un hito en la historia. Y esto… esto parece bueno.

Tengo que decir que no es el ideal de vida. Por lo menos, el que yo deseo: me gustan muchas soluciones que aporta tecnología, y lo que tenga que ver con la efectividad, pero prefiero vivir en plena naturaleza, rodeado de animalitos, y disfrutando de la familia y de los amigos; con tiempo libre y sin tanto «progreso desmesurado». Y así lo hago: yo vivo en el campo, junto a un carril bici que lleva al Parque de la Naturaleza de Cabárceno. De hecho, oigo más a los pájaros que a los coches o la gente… Es decisión de cada uno.

Pero en este sistema en el que vivimos, renunciar a las enormes capacidades que nos da Internet nos puede colocar en una desventaja competitiva demasiado grande como para obviarla. Nos impediría, entre otras cosas, acceder a puestos de trabajo, mejorar nuestra educación, en definitiva, progresar en la vida, o por lo menos, en el “tipo de vida” que mayoritariamente nos “quieren vender” como mejor; ¿de verdad vamos a ser más felices estando siempre pendientes de la tecnología? Personalmente, no lo creo. Es más: decido qué “puedo perderme” y no por ello estresarme de no estar al tanto de tanta tecnología. Repito: yo decido.

Algunas desventajas del «efecto Google»

No todo son alegrías, por supuesto. Ya te digo que cada vez más “gente pensante” se ha dado cuenta que esto de “vivir para la tecnología y los medios” tiene su “lado oscuro”. Viene a la mano esta cita de un famoso pensador y divulgador:

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre

Carl Sagan

Después de examinar el tema, he encontrado al menos 3 cosas negativas, pero también posibles soluciones.

  1. La calidad de la información
  2. La dependencia
  3. El riesgo de no usar el cerebro

Problema 1: La calidad de la información

Al haber tanta cantidad de información, no es tan sencillo encontrar exactamente lo que buscas (dejando la basura a un lado, claro está). Es posible que encuentres información sesgada, incorrecta, incompleta o totalmente falsa.

Mucho del contenido que encontramos en internet es «comida basura»

Seguramente te darás cuenta de que en Internet, «no todo lo que reluce es oro». ¿Cómo solucionar este inconveniente?

Solución : Mejora las búsquedas y ten espíritu crítico

Una de las cosas que podemos hacer para eliminar esta desventaja es afinar las búsquedas. Dependiendo de lo que vayas a buscar, es recomendable usar el modo oculto o seguro de tu navegador. ¿Por qué? Porque, si usas el modo normal, Google sabrá cuáles son tus intereses, y adecuará la búsqueda a lo que a ti te gusta. Y eso no siempre es lo más efectivo.

Otra cosa a tener en cuenta es aprovechar los operadores de búsqueda. Google es un buscador, no es internet; es una herramienta, y tiene mucho potencial más allá de poner un par de palabras.

Existen infinidad de trucos para mejorar las búsquedas en Google. En la siguiente infografía abajo verás algunos:

Algunos consejos para realizar búsquedas más selectivas

Otra cosa importante: hay vida más allá de Google. Aunque pueda sorprenderte, existen muchísimos buscadores más. Algunos muy superiores a Google, pero quizá no tan famosos. Otros están especializados en ciertas temáticas. 

No demos por sentado que lo que hemos encontrado es la verdad absoluta. Hagamos búsquedas alternativas, comparemos, investiguemos la calidad de las fuentes, preguntemos, etc.

Problema 2: la dependencia a Google

Otra idea importante: no te creas todo lo que dice internet. Aunque Google sigue mejorando cada día, y la inteligencia artificial promete un futuro donde podremos interactuar con Internet como si fuera nuestro “Gran Hermano” que nos “sigue” allá donde vamos y lo que hagamos. Hay que tener cuidado con esto.

A veces parece que no podemos vivir sin el móvil, sin poder consultar a cada rato la pantallita. Además, de esto, Google e Internet tienen dependencia a otra cosa: la electricidad. Si se te acaba la batería del móvil o te quedas sin cobertura, estás perdido. Y esto puede ser literal si lo que estabas usando era precisamente el Google Maps.

Así nos sentimos cuando nos quedamos sin conectividad ¿no?

Solución: Sé previsor y desconéctate

Para evitar quedarnos «colgados» en el peor momento, hay que ser organizado. Si queremos tener a mano una información, mejor descarguémosla. Es bueno también mantener los diferentes aparatos cargados y en buen estado, tanto el software como el hardware (por dentro y por fuera, vaya).

Además, para evitar que nuestro cerebro se adiccione demasiado, no está de más desconectarse de vez en cuando. Un pequeño retiro, unas horas al menos de desconexión pueden ser muy positivo.

Probablemente no podamos hacerlo en el día a día, pero dar un paseo de vez en cuando, consultando un mapa de los de antes, preguntando a la gente, o simplemente viajando sin destino, ayudará a nuestro cerebro a recordar que se puede vivir sin tanta tecnología.

Problema 3: vamos “regalando” nuestra vida a Internet

Siguiendo con el tema de que “siempre queremos estar conectados” y sabiendo que las aplicaciones y programas que solemos utilizar en el día a día tecnológico: Twitter, Whassap, Instagram, Facebook, y por supuesto, todas las apps de Google, van capturando información continuamente de ti, de tus gustos, las páginas que visitas, el tiempo que estás en cada una, el tipo de comida, de coche, de moto, las imágenes que te gustan, pero también la gente a la que sigues, las ideas que lees y compartes…

Hemos llegado a tener una vida “alternativa” que no controlamos

Y la publicidad… ¡Ah, la publicidad! seguro que te has dado cuenta que parece que te sale justo lo que te gusta, ¿verdad? Pues no es casualidad, es fruto del seguimiento que las empresas de medios hacen de tus perfiles de conexión… ¿Seguro que no te importa que sepan y controlen en lo que gastas tu dinero, tu energía, tu tiempo, tu vida?

Solución: Valora tus datos y tu privacidad, y no los regales a la primera de cambio

Instálate sólo las aplicaciones en tu dispositivo móvil que necesites; lee bien lo que estás dando de ti cuando das a “aceptar”; úsalas sólo cuando realmente las necesites. Ten precaución de lo que compartes, ya que eso va creando un perfil de tus gustos y va relacionándote con tus contactos; todos esos datos va a parar a las empresas de comunicación; y esa información la utilizarán para proponerte nuevos contenidos, productos y servicios, y no otros.

Acabarás dejando de considerar otros modos de ver las cosas, de pensar, de relacionarte; acabarás pensando que los “otros” que no piensan como tú o que no hacen lo que tú haces, o no gastan su tiempo y su dinero en lo que tú lo haces son “raros”, “extraños”… La tecnología pues puede acabar separándonos como seres humanos, como personas.

Problema 4: el riesgo de no usar el cerebro

Que nuestro cerebro quiera ser efectivo es lógico, pero hay que tener cuidado. Al fin y al cabo, es como un músculo: si no se usa, puede llegar a atrofiarse.

Tenemos que cuidar nuestro cerebro, al fin y al cabo, nos tiene que durar toda la vida

Los investigadores están realmente preocupados por los efectos a largo plazo del efecto Google (valga la redundancia). Hay bastantes críticos al uso excesivo de la tecnología para resolver nuestros problemas. Algunos, en vez de llamar a Internet «memoria extendida», lo llaman «estupidez expandida«.

Solución: usar el cerebro

Personalmente, creo que el problema no está en Google ni en Internet, sino en nosotros. Somos nosotros los que decidimos usar nuestras cabezas para algo más que llevar un sombrero. Somos nosotros los que decidimos tumbarnos en el sillón a ver la tv en vez de ir a hacer deporte. No hay nadie obligándonos a hacer nada.

Podemos ampliar nuestros conocimientos gracias a investigar en Internet cualquier cosa que se nos ocurra. O podemos aprender un nuevo idioma, y a tocar un instrumento. También podemos viajar por el mundo, y hacer cursos de cualquier temática. Y un sinfín de cosas más.

Además, hay un factor importante a favor del efecto Google: el tiempo. Nos parece que nos ahorra tiempo. Y ese tiempo, podemos usarlo para «darle caña» a nuestro cerebro en otras actividades.

Pero lo realmente interesante sería aprovechar ese tiempo ganado gracias a la tecnología para dedicárnoslo a nosotros mismos, a nuestra felicidad y nuestra relación con las otras personas; no para regalárselo también a la tecnología de medios. ¿Recuerdas la película Momo, adaptación de la novela homónima de Michael Ende (ese que también escribió La historia interminable, que también se llevó al cine)? ¿Recuerdas a los que “fumaban” el tiempo que habían ahorrado viviendo deprisa?…

Para saber más

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