Estamos en plena ciberguerra desde hace muchos años aunque no lo notemos en nuestra vida cotidiana que, precisamente, es cada vez más digital.
PABLO ROMERO | Público
Prácticamente todas las compañías de ciberseguridad y organismos oficiales dedicados a las amenazas en la red suelen publicar por estas fechas una suerte de avance de los ciberhorrores a los que nos enfrentaremos el año siguiente. No se trata de adivinar nada, en realidad, sino de alertar sobre las tendencias que ya conocemos, que parecen crecientes y que indican una “profesionalización” del cibercrimen.
Cada año, los ciberataques parecen más complejos y sofisticados, pero al final el factor humano sigue siendo el vector más utilizado: un despiste, un archivo abierto por error, contraseñas débiles… Asimismo, a las vulnerabilidades existentes en los sistemas se les suele añadir nuevas que, casi siempre, son evoluciones de las ya existentes.