Publicaciones correspondientes al mes: enero 2020

Docentes -universitarios- en la era digital: adaptarse o morir

Los días del profesor universitario que da la lección magistral se han acabado. Puede ser peligroso tener docentes analógicos, ciegos a los cambios que suceden en su entorno y desconectados de la realidad. Sobre todo cuando están en sus manos los profesionales del futuro y estos sí deben tener las capacidades digitales desarrolladas cuando finalizan sus estudios.

enero 2020 || CET

Los cambios vienen rápidos y son muchos los educadores a los que les ha atrapado la brecha, no solo la digital, sino la generacional. Y no es cuestión de edad, como muchos apuntan en cuanto a las nuevas generaciones que nacen digitales, sino que es un elemento de actitud, de querer evolucionar con la sociedad que nos rodea, de curiosidad, de perseguir, mejorar y aprender, de vocación.

La docencia se debe adaptar a los cambios. El hecho de estar presente en el entorno del alumnado es básico, por ejemplo, en las redes sociales: ¿cómo va a motivar un profesor a un alumno si desconoce su mundo, sus costumbres y su manera de comunicarse?

Los docentes deberían incentivar la proactividad de sus estudiantes hacia la mutación digital, cambiar los procesos de enseñanza hacia lo digital y, lo que es más importante, olvidar muchos de los paradigmas de docencia que se venían ejerciendo y que ya no tienen sentido.

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Seis fórmulas para mejorar nuestros hábitos digitales en 2020

Los robos de datos, los ataques generalizados con malware y la publicidad ultrapersonalizada fueron los puntos débiles de la vida digital en el último trienio.

A medida que las tecnologías cambian, también lo hacen las recomendaciones de los expertos sobre seguridad. Acompañando el comienzo del año he elaborado una breve lista de sugerencias que nos permitirán mantener la vida digital a salvo y libre de desinformación manipulativa.

1. Establezca sus límites y no los ignore

Recientemente, como parte de mi investigación, mantuve conversaciones con varios trabajadores sexuales de Europa sobre su privacidad y seguridad digital. Una de las ideas más repetidas fue la siguiente: “La mejor manera de permanecer seguro es establecer unos límites”. Decida en base a sus preferencias, y anticipándose a las posibles consecuencias, qué datos está dispuesto a compartir en las aplicaciones y en los servicios online y cíñase a esos límites.

De esta forma, cuando la última app del mercado le pida permiso para compartir algo que usted no quiere compartir, estará más preparado para dar una respuesta.

De igual manera, también es buena idea establecer límites en las discusiones en redes en las que está dispuesto a participar. Abandone aquellas conversaciones que, más que ayudarle, le perjudiquen.

También puede resultar útil poner límite al tiempo que queremos dedicar a nuestra seguridad digital, porque de lo contrario puede convertirse en una tarea eterna.

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Yo aprendí dactilografía; ¿Y tú, sigues tecleando con dos dedos?

El problema de tener que escribir… a máquina

Hoy en día, tanto docentes como alumnos, nos vemos obligados a «meter» muchas horas de teclear textos para programaciones, informes, trabajos, ejercicios… deberes. ¿Pero qué pasa normalmente? Pues que, como ocurre en muchos otros casos, que escribir «a máquina» no se enseña en la escuela, ni en el instituto (sí, ya sé que alguno/a ya está pensando «para lo que enseñan allí…»), por lo que al final resulta que aprendimos como Dios quiso hacernos entender, y luego pasa lo que pasa: acabamos escribiendo con dos dedos, o a lo sumo, con 4 dedos, y evidentemente mirando el teclado -casi- continuamente; rendimiento mínimo y cansancio máximo.

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la Olivetti Línea 98, ¡ese clásico!

Bien, esto es lo que ocurre normalmente. Pero no le pasa a todo el mundo, por lo menos no a todo el mundo que se dedica «profesionalmente» a escribir. Me explico: todos los profesionales que tienen que escribir «en serio» como parte de su trabajo, pasan por una fase-clases de aprendizaje digito-dactilográfico, es decir, escritura con los dedos (y me diréis que vosotros ya lo hacéis así; pero esperad un poco y seguid leyendo). Esto se trata de lo que se conoce como «escribir a máquina» o escribir con teclado de ordenador como se diría hoy más correctamente. Así lo hacen todos los oficinistas, admnistrativos, periodistas… y otros profesionales de la escritura.

Y digo yo: si yo tengo también que escribir realmente muchos documentos a lo largo de mi vida, digamos de estudiante (y no digamos de docente), ¿No sería de lo más inteligente invertir parte de mi tiempo (y al principio sería lo mejor, claro, para amortizar el esfuerzo) en aprender a escribir «de verdad y rápido», para sacarle el máximo partido al tiempo que tengo que utilizar para hacer mis trabajos, escritos, deberes…?

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Las mujeres, primeras programadoras informáticas

Aunque a nivel de anécdota muchas veces, suele ser reconocido que el primer programa informático fue escrito por Ada Lovelace.

Sin embargo parece que la cosa quedó ahí y existe la creencia errónea de que la informática es mayoritariamente una profesión masculina.

Poca gente conoce que hace alrededor de 70 años, en la década de 1940, el primer ordenador digital de propósito general, el ENIAC contruido en la Universidad de Pensilvania, EE.UU., era programado por un equipo de seis mujeres: Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Fances Bilas Spence.

En aquella época los programas no se codificaban en un lenguaje de alto nivel y se tecleaban cómodamente en un teclado frente a una pantalla. Se programaba en lenguaje máquina y los programas se introducían en el ordenador conectando distintas clavijas con cables (proceso conocido recableado), parecido a las primeras centralitas telefónicas con operadora, como se puede ver en la fotografía inferior.

También el ordenador Mark I, el primer ordenador electromecánico, construido por IBM e instalado en la Universidad de Harvard en aquella misma década, fue programado bajo las directrices de una mujer, Grace Hopper, junto a Richard Bloch. El Mark I se programaba también en lenguaje máquina pero tecleando las instrucciones en una máquina que producía una cinta perforada que luego era leída por el ordenador para cargar el programa.

Estas mujeres fueron desarrollando la programación a medida que realizaban su trabajo pionero.

El manual del ordenador ENIAC también fue escrito por una mujer.

La mayoría de las primeras programadoras eran mujeres jóvenes que trabajaban como calculadoras humanas, haciendo a mano los cálculos necesarios para elaborar, por ejemplo, tablas balísticas para ayudar a los artilleros a apuntar y dar en el blanco. Con la plena entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el ejército de EE.UU. emprendió una intensa búsqueda de mujeres con dotes matemáticas y lógicas. Mientras los hombres eran enviados al frente, estas mujeres pasaban a trabajar en los centros de cálculo del ejército. Grace Hopper era algo mayor, tenía ya 35 años cuando se incorporó a la programación, era matemática doctorada en la universidad de Yale y ya pertenecía a la marina con la graduación de Teniente.

Una vez terminada la guerra estas mujeres fueron relegadas al olvido en los libros de historia de la informática. Mientras el nombre de los ingenieros que construyeron los ordenadores se ha hecho famoso y su trabajo ha sido reconocido, el trabajo de estas primeras programadoras cayó en el olvido y no recibió crédito ni reconocimiento. Al finalizar la guerra el gobierno de EE.UU. simplemente esperaba que estas mujeres abandonaran sus puestos y se fueran a casa y si no lo hacían las licenciaban directamente.

El trabajo de estas mujeres sentó la base sobre la que se ha ido desarrollando la programación informática y también influyó en el desarrollo de los ordenadores posteriores y los lenguajes de programación modernos.


(De izquierda a derecha) Jean Jennings, Marlyn Wescoff y Ruth Lichterman
en la Universidad de Pensilvania (Corbis)

Algunas de estas pioneras de la programación continuaron trabajando en este campo como Betty Snyder Holberton que trabajó en varias empresas e instituciones y participó en el desarrollo de lenguajes de programación de alto nivel como el C-10, considerado el embrión de los lenguajes de programación modernos, COBOL y Fortran.

O Jean Jenninggs Bartik, que después de programar el ordenador ENIAC pasó a trabajar con los ordenadores BINAC y UNIVAC I. Posteriormente pasó a trabajar en editoriales del campo de las nuevas tecnologías.

Y Grace Murray Hopper que permaneció en la marina hasta cumplir los 40 años en que tuvo que pasar a la reserva dado que la edad límite para el servicio activo eran los 38 años. Siguió trabajando en Harvard hasta 1949, desarrollando aplicaciones contables para el ordenador Mark I que en esos tiempos estaba siendo utilizado por una empresa de seguros. Desarrolló el primer compilador de la historia, el A-0, el primer compilador para procesamiento de datos, el B-0, y trabajó en el desarrollo del lenguaje COBOL y en el comité que lo creó Codasyl.

Permaneció en la reserva de la marina hasta finales de 1966, cuando tuvo que retirarse definitivamente por su edad. Se retiró con la graduación de Capitán de Fragata. Seis meses más tarde fue llamada de nuevo al servicio activo de la armada, en principio para seis meses, con el objetivo de normalizar los lenguajes de alto nivel que usaban, se dice que tenían graves problemas con una aplicación de nóminas que habían desarrollado y ya había sido reescrita 823 veces sin que llegara a funcionar correctamente. Los seis meses se alargaron hasta que se retiró de nuevo en 1971, pero se le volvió a llamar en 1972 y permaneció hasta 1973 cuando pasó de nuevo a la reserva con el grado de Capitán de navío. En 1983 fue ascendida a Contralmirante, siendo la primera mujer en alcanzar dicho grado. En 1986 se retiró definitivamente de la armada, siendo en ese momento el oficial de mayor edad. Tras su retiro continuó trabajando como consultora en una gran empresa informática, hasta el momento de su muerte en 1992. Estados Unidos ha bautizado a un destructor con su nombre, siendo el primer buque de guerra de ese país en ser bautizado en honor de una mujer después de la Segunda Guerra Mundial, el destructor es el USS Hopper con base en Pearl Harbor.

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Internet: los beneficios de la desconexión

Mis ojos se abren y contemplan las palmeras sobre fondo azul que resplandecen bajo el deslumbrante sol australiano. Es un día precioso que comienza apaciblemente. De forma instintiva, tanteo con las manos la mesita de noche buscando el smartphone para consultar mis mensajes pendientes. Todavía no me he levantado, y el mundo ya me requiere. Noto una tensión difusa que se extiende por mi pecho, baja por mis brazos y llega a las yemas de mis dedos, que toquetean la pantalla. En una fracción de segundo, el día ha pasado a adoptar el ritmo digital. He dejado el presente para adentrarme en un mundo virtual.

Es un hecho: cada vez pasamos más tiempo en Internet. Y, de forma paralela, cada vez hay más personas que intentan desconectarse. Aunque aprecian las ventajas que ofrecen las tecnologías, desean establecer límites con el fin de no estar constantemente disponibles. Pero ¿a qué se debe este deseo de desconectarse de Internet? La comunidad científica señala tres razones principales: pasar tiempo en línea disminuye nuestra productividad, es adictivo y perjudica la salud.

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¿Seguro que sabes qué versión de Windows 10 tienes instalada?

Es posible que al leer el titular de esta noticia hayas esbozado una sonrisa, pensando que estás ante otro artículo para novatos pero ¿seguro que sabes qué versión de Windows 10 tienes instalada?. Sí, distinguir entre Home o Professional, 32 o 64 bits es trivial pero hoy queremos ir más allá y enseñaros qué esconden los números y siglas de vuestro sistema operativo.

Una de las formas más sencillas de averiguar qué versión de Windows 10 tiene un equipo es iniciar la consola de comandos con la combinación Windows + R y teclear el comando winver. Tras pulsar Enter deberías ver algo similar a la siguiente imagen:

Windows 10. Acerca de

De esa información podéis extraer tanto la versión como la edición de Windows 10 que tenéis en vuestro ordenador (en nuestro caso Windows 10 Home, versión 1709).

Como alternativa, podéis acceder al Panel de Control, Sistema y Seguridad y Sistema para encontrar todavía más información, como el tipo de sistema, si vuestro procesador es de 32 o 64 bits o si la licencia de Windows está correctamente activada. Os encontráreis con algo similar a esta captura:

Windows 10. ver información básica

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