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Por qué ha fracasado la «COP 25»

Manifestaciones (escasas), la muchacha Greta Thunberg viajando en catamarán a través del Atlántico, personalidades y empresas españolas subiéndose al carro de las energías verdes.

Al mismo tiempo, la Unión Europea no ha sido capaz de tomar una decisión unánime sobre un nuevo acuerdo verde y Polonia puede seguir quemando carbón.

La COP 25 ha sido incapaz de llegar a ningún acuerdo sobre reparto de la reducción de emisiones y de los intercambios de derechos de emisión de CO₂.

El resultado: los acuerdos de París, como el protocolo de Kioto, se convierten en papel mojado. Otra vez.

 

Ponerse de acuerdo y ceder todos genera mucha más riqueza para cada uno, pues al final el dinero acaba repartiéndose y los que lo ceden lo recuperan en un plazo breve de los que lo han recibido. Volvemos en 2020 a la estupidez europea de los años entre 1870 y 1945: cada uno tirando del carro en su propia dirección y sentido y todos con más problemas y más pobres.

¿Qué gana el Reino Unido con el Brexit? Digamos que el “orgullo” de poder renegociar con Europa los intercambios comerciales y, según muchos ingleses, poder negociar con los EE. UU. otros acuerdos. ¿Qué pueden querer comprar los EE. UU. a los ingleses, que aquellos no tengan ya? Serán esencialmente los ingleses los que compraran a los americanos. Dentro de Europa se puede negociar en pie de igualdad con otros gigantes económicos. Fuera de ella somos demasiado pequeños para tener influencia alguna.

Lo mismo ocurre con el clima. El problema carece de fronteras, como carece de ellas la atmósfera. El CO₂ emitido en Chicago acaba encima de Sri Lanka. El control del clima, las acciones para frenar el cambio climático, tienen que ser de todos. Se dice que los países que han empezado a contaminar más tarde tienen derecho a que los que empezamos a contaminar antes les paguemos el esfuerzo de no emitir.

Esto es un poco traído por los pelos. Es como si los atenienses de ahora demandasen a los iraníes por la quema de Atenas en el 480 AC. Es justo, pero inoperante. Si esos países quieren no tener problemas climáticos, tendrán que pagar por ello. Al mismo tiempo, los países ricos deben pagar de acuerdo con lo que emiten, y sobre todo, dejar de emitir.

En estas reuniones o COP, como otras que se hacen y se quieren hacer en España, los “diálogos” son altamente ineficientes. La solución de los problemas se pone en marcha cuando estos dejan de ser “problemas” y se convierten en realidades dañinas.

Cuando se inunden las calles de Nueva York, cuando partes de la ciudad de Washington se llenen de agua del mar, entonces querrán los neoyorkinos, los políticos de Washington, enterarse de por qué arde California, y reclamarán con voces de amenaza el fin de los combustibles fósiles. Pero quizás para entonces no haya el mismo número de coches eléctricos que los de gasolina, y no existirán los tendidos de alta tensión para llevar la electricidad a las ciudades para recargar esos coches.

Escucharemos el “es tarde, es tarde”, como se escuchó cuando los alemanes invadieron Polonia en 1939. La solución para Europa se dilucidó en la “cumbre” de Munich de 1938, en la cual Chamberlain y Daladier dieron vía libre a Hitler para anexionarse media Europa.

Hoy se sigue dando vía libre a los países para llenar la atmósfera de cada vez más CO₂. Se quieren dar permisos para emitirlo.

Las personas, y los países son miopes, y no ven lo que les interesa. A los polacos les interesa, como a los demás, ir anulando el carbón, y montar a toda velocidad energía solar. Pero no lo ven. Por eso ha fracasado la COP 25.

Todo esto es una inmensa estupidez. De lo que se trata no es de aceptar que los países emitan menos CO₂, no es intercambiar derechos de emisión (no existe ese derecho, es preciso anular esas emisiones, más pronto que tarde) sino de eliminar los combustibles fósiles.

Y se puede hacer, y no es “caro” pues, al revés del dinero que se abona por las pensiones, es un dinero que se recupera en muy poco tiempo, y que genera millones de puestos de trabajo.

Me dicen que lo que yo veo no lo ven los demás. Por eso escribo, para comunicar al resto de las personas eso que yo veo con claridad.

También Casandra lo hacía. Y no sirvió de nada a aquellos a quienes lo contaba.

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Nuevas formas de educar gracias a la realidad virtual

Lejos quedaron los días en los que viajar en el tiempo era un sueño o parte de la ficción, al igual que transportarte a cualquier lugar del planeta e incluso a la Luna. Gracias a la realidad aumentada, virtual y mixta es posible vivir estas y otras experiencias desde la escuela.

Realidad extendida en la educación

La realidad aumentada, virtual y mixta, comprendidas bajo el término de Realidad extendida, son tecnologías que vienen ganando terreno en los últimos años y sus aplicaciones son cada vez más diversas. Una de ellas, es la educativa, en la cual ha demostrado ser muy útil y beneficiosa tanto para alumnos y profesores.

Cabe mencionar que Realidad Extendida es el término reciente que hace referencia a la combinación de entornos reales y virtuales, además de las interacciones que el usuario ejecuta en ese entorno. Para ello, hace uso de dispositivos como lentes o smartphones, según el tipo de realidad. En el campo de la educación, la realidad extendida se viene aplicando en aulas, a un público joven, debido a que es una tecnología impactante, fácil de utilizar, versátil y que otorga una experiencia inmersiva. Los centros educativos que deciden apostar por esta tecnología van en aumento al notar que es una herramienta que complementa la formación tradicional.

Estas herramientas no buscan sustituir la educación tradicional, sino que permiten potenciarla de manera innovadora, visual e interactiva. De esta manera, los alumnos pueden aprender con mayor facilidad y profundizar temas. Asimismo, estas tecnologías son aprovechadas para desarrollar contenido acorde a los niveles educativos, complejidad y temática, permitiendo que el alumno adquiera información y conocimientos acorde a su nivel y curso.

Algunos de los usos más destacados son: viajes a otros lugares, viajes en el tiempo, exploración de lugares, estudio del cuerpo humano, exploración de otras culturas y realidades, orientación profesional, etc. Incluso, estudiantes de niveles más avanzados, pueden desarrollar sus propias aplicaciones debido a que son compatibles con diversos motores gráficos 3D.

El impacto de la tecnología en la educación

Hoy en día, aun se asocia el uso de las tecnologías al ocio. Sin embargo, estudios han demostrado que todo depende cuál sea su uso, pero un buen enfoque representa una excelente herramienta de aprendizaje.

Se demostró que existe una relación positiva aplicada en la educación ya que facilita la comprensión al hacer que mantengan la atención, fomenta la autonomía debido a que desarrollan el autoaprendizaje, anima al trabajo en equipo, trabaja el pensamiento crítico al encontrarse ante diversos puntos de vista y generar debate, y es flexible lo que permite que el estudiante aprenda a su ritmo.

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Último descubrimiento sobre el funcionamiento del cerebro humano

Después de arduos trabajos de simulación utilizando los más avanzados ordenadores, los investigadores acaban de admitir que, debido a su complejidad, el Simulador Neuronal Femenino presenta serias dificultades técnicas con las que no contaban.

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Simulador Hombre-Mujer

¡Feliz día a todos los (y las) INOCENTES!

Postales de felicitación de alumnos

En el concurso navideño de postales, en nuestro Centro Integrado de Formación Profesional Número Uno de Santander, en el que han participado los alumnos del grupo de 1º de F.P. de G.S. de Mantenimiento Electrónico, han resultado ganadores:

1er. puesto. Ganador: Pedro Posada

2º puesto. Andrés Prieto

¡Felicidades a los dos!

Coche eléctrico: por qué ha resurgido después de fracasar el siglo pasado

El año pasado (2018), las ventas de vehículos eléctricos e híbridos plug–in (enchufables) sumaron 408.000 unidades en Europa y 2,1 millones en todo el mundo. Los números suponen un 50 % más, aproximadamente, que en 2017. Para este 2019, se espera alcanzar otro aumento cercano al 50 %. Se podrían superar los tres millones de vehículos eléctricos vendidos en un año.

Se trata de las cifras de una revolución tecnológica e industrial. Incrementos de ventas y producción de dos dígitos (e incluso de tres en algunos países) se unen a aumentos de eficiencia nada despreciables. Los vehículos eléctricos consumen un tercio de lo que gastan los vehículos de combustión. Y por si esto fuera poco, se cortan de raíz las emisiones de dióxido de carbono, el gas más importante en la fracción del efecto invernadero debida a la actividad humana.

Críticas al coche eléctrico

La transformación a la movilidad eléctrica se está produciendo de forma tan intensa que parece irreversible. A pesar de ello, algunas voces se levantan periódicamente argumentando que los coches eléctricos contaminan más que los de gasolina, puesto que obtienen la energía de centrales de combustión.

Este razonamiento es inicialmente cierto, pero se trata de una fotografía que quedará rápidamente desfasada. Basta comprobar qué está sucediendo con las centrales eólicas y solares. En 2018, la energía eólica proporcionó el 14 % de la demanda total de energía en la Unión Europea. En 2013 era solo el 7 %.

El 95 % de las nuevas instalaciones energéticas de la UE corresponden a energías renovables. De ellas, el 45 % son de energía eólica. Esta última es la forma de generación de electricidad mayoritaria en Europa; ha superado recientemente al gas natural.

Tanto la movilidad como la generación de energía eléctrica se están transformando, rápida y definitivamente, hacia formas más eficientes y sostenibles.

Electricidad, gran olvidada en automoción

Quién hubiese dicho a inicios del siglo XX, cuando una buena parte de los automóviles ya eran eléctricos, que la tecnología se abandonaría durante más de cien años. Y que volvería a resurgir. ¿Cuál fue la causa? ¿Por qué los automóviles fueron primero eléctricos, después de combustión interna y ahora vuelven los eléctricos?


automóvil eléctrico de Thomas Parker, allá por 1895

La respuesta está en las baterías. Estos dispositivos, que transforman energía química en electricidad, eran inicialmente de plomo (óxido de plomo). Se trata de una robusta tecnología, puesto que aún se fabrica masivamente hoy en día. Pero es demasiado pesada.

Para obtener un mínimo de potencia en el vehículo, deben ensamblarse en serie un buen número de baterías. Por ello el peso es un parámetro clave. Las baterías de plomo no tuvieron nada que hacer frente a la ligereza del combustible derivado del petróleo, de ahí su proliferación durante todo el siglo XX.

Las crisis petrolíferas y los problemas de contaminación incentivaron la investigación en tecnologías alternativas. Las baterías eléctricas entraron de nuevo en el escenario. Y más, teniendo en cuenta las nuevas propuestas.

Las baterías de níquel-cadmio, así como las baterías basadas en metales alcalinos, por ejemplo, fueron usadas en tímidas propuestas durante los años setenta y los ochenta del siglo XX. Pero no solucionaron el problema. Ni con montajes que ocupaban todo el espacio disponible en el vehículo (¡incluyendo el habitáculo de los pasajeros!) fue posible obtener potencias y autonomías mínimamente suficientes.

La situación cambió radicalmente a mediados de los noventa, con la aparición de las baterías de ion-litio, suficientemente ligeras y potentes como para facilitar la actual transición al vehículo eléctrico. Su evolución no ha sido fácil, puesto que requería desarrollar los denominados compuestos de intercalación. Estas sustancias sirven de soporte para que el litio, el metal más ligero que existe, se intercambie entre ambos electrodos mientras genera corriente eléctrica.

Las modernas baterías de ion–litio no son un tema cerrado. Se están investigando otras opciones como las baterías de litio–aire (muchísimo más ligeras), las de litio–azufre, las de ion– sodio, las baterías de combustible (principalmente hidrógeno) y las baterías de flujo.

Más allá de los coches

Su futura aplicación no será solo el automóvil. Puesto que la electricidad no puede almacenarse, es necesario disponer de almacenes de energía o dispositivos que se recargan mediante la red eléctrica, pero que guardan la energía para posterior uso también mediante electricidad. Las viviendas, instalaciones industriales, plantas potabilizadoras de agua e incluso instalaciones agrícolas y ganaderas podrán hacer buen uso de estas baterías, altamente eficientes y no contaminantes.

Se avecina, pues, una verdadera transformación industrial. La fabricación de baterías será un sector mucho más estratégico de lo que ya es hoy en día, con espacio para la fabricación tanto a nivel masivo, como a nivel de nicho. Harán falta tecnologías muy variadas, que servirán a aplicaciones muy específicas.

En este sentido, Europa en general, y España en particular, van con retraso. La Unión Europea tiene prevista una promoción intensa del sector, que debería permitir una presencia en el mercado mucho más elevada que la actual. Alemania, Francia, Polonia y los países escandinavos han activado intensos programas de incremento de producción.

Las previsiones para España son más pesimistas, puesto que anticipan una participación marginal en la cuota de mercado, incluso dentro de diez años. Algo que nos debe alertar e incentivar.

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